viernes, 31 de julio de 2009

Going down

Pero a veces subo y a veces bajo. No sé si ya lo dije, pero Siri Hustvedt contó una vez que si podía volar tan bajito era porque también era capaz de volar alto. A veces elijo lo bueno, y a veces quiero desesperadamente lo que me hace mal. Busco el placer de un dolorcito al que ya me acostumbré. Porque después de todo, ¿quién no está más cómodo en terreno conocido?
Por eso también es que a veces tengo que bajar.

La otra Amélie

Esta vez la quise desde el principio. Me reí con ella y no sentí que tuviera nada que perdonarle. Hacía rato que un libro no se me hacía tan divertido, cercano, profundo y sensible. Hacía rato que no leía de un tirón, contenta y sin desilusiones. Ni siquiera me enojó que terminara, tan justo y real me pareció el final de esa historia freakie como la vida de su autora, como la de todos también a veces. Una historia de amores que hacen bien y ascensos zaratustrianos que coincidió con mi propio ascenso a la cima del Cerro Bayo, y hasta con mi propia comprobación del buen amor. Desde la cumbre, lo entiendo, lo sé: yo también quiero ser Zaratustra. Y antes del descenso por ese paraíso de nieve honda y casi virgen, por un momento, yo también lo soy.

"Ser Zaratustra significa tener, en lugar de pies, dioses que devoran la montaña y la convierten en cielo, significa tener, en lugar de rodillas, catapultas que transforman el resto del cuerpo en puro proyectil. Significa tener, en lugar de vientre, un tambor de guerra y, en lugar de corazón, la percusión del triunfo, significa tener la cabeza habitada por una alegría tan espantosa que es necesaria un fuerza sobrehumana para soportarla, significa estar en posesión de todos los poderes del mundo por la única y auténtica razón de que los has convocado y puedes contenerlos en tu sangre, significa no tocar tierra por un diálogo cercano con el sol."

miércoles, 22 de julio de 2009

Julio, angosto y septiembre

La Angostura es un pantalón de ski talle XS que me prestó mi mejor amiga. Wayne siempre fue flaca flaca flaca. Sin stress, sin dietas, sin llame ya, ni lombriz solitaria, ni tecito adelgazante; desde hace unos años se compra postrecitos light y hace pilates, pero nunca, nunca en la vida, se fue a dormir con la culpa de "ese" chocolatín extra. Cuando le abrís la heladera, encontrás siempre torta del último cumpleaños que festejamos en su casa, helado que le llevaste hace un mes, e, invariablemente, un plato de fideos o de capelettinis a medio comer.
Mi viejo, en cambio, no resistía irse a la cama sin antes comer un pedacito de chocolate Aero o de aquellos Aguila como de tierra que nunca más probé. Incluso después que se confirmó que era diabético, guardaba caramelitos sin azucar o algún bombón que garroneaba por ahí en su mesita de luz. Si no tenía nada, miraba a mamá con ojos lastimosos y le pedía, le suplicaba: "¿No tenés alguna cosita dulce para darme, querida?"
Mi shrink me explicó una vez que esa necesidad de "algo dulce" a la noche, a veces es un indicador de falta de serotonina, y una de las formas clínicas de establecer cuadros de depresión. Who knows... Yo lo que sé es que no puedo guardar en la heladera una torta de cumpleaños por dos semanas: me la voy comiendo en el desayuno, y de postre, y a la hora del té, y, por supuesto, a la hora del bajón de serotonina nocturno.
Pero ostento un récord notable: cuando estaba en sexto grado tenía un noviecito con el que bailaba en las fiestas. Para mi cumpleaños me regaló un Milka de los grandotes y un sticker espantoso de un perro con cara de triste y orejas caídas, de esos que venían con campera y gorra de beisbol, tipo los posters de los monitos que tantos chicos de los 80 colgaban en sus cuartos.
Yo guardé las dos cosas primorosamente en una cajita celeste de Snoopy. Dos años y unos cuantos enamoramientos después, una noche abrí la caja... y me comí el chocolate. No recuerdo si era tan espantoso como el perro. Sí que conservé el papel unos cuantos años más.



Después de todo, el pantalón me queda divino, eh. Un talle más estaría perfecto, pero con los chocolates ricos que hay en Villa La Angostura, mas vale que lleve puesto un talle menos...a modo de cinturón gástrico!!!

Matémonos vía Switzerland

No es que no haya temas, no hay tiempo. Tuve ganas de escribir por ejemplo sobre la pareja inglesa que se fue a morir a Suiza. Tan románticos, tan dignos, tan razonables, tan prolijos y legales como ese comunicado de sus hijos que todavía me emociona: "Después de 54 felices años juntos, decidieron poner fin a la vida en vez de seguir luchando con serios problemas de salud. Murieron en paz y en circunstancias que ellos eligieron".
Tanto hablamos de planificación familiar...¿no sería esto parte del paquete? Digo, que pudiésemos acostumbrarnos a planear nuestra muerte, que tuviésemos el valor de permitir y permitirnos decidir cuándo y cómo dejar este mundo de la manera que nos alivie más a nosotros y a los que queremos...
En fin. Ya pasó. Estoy pensando en reservar nuestros lugares cuando llegue el momento. Aunque es cierto que, por ahora, la reserva más certera que tengo es para viajar los tres, mi preciosa familia ensamble and me, a otro paraíso, pero terrenal. Partimos mañana a Villa La Angostura. Tengo otro "aunque", pero prefiero dejarlo para otro post, así no me essstrañan tanto, ja.

domingo, 12 de julio de 2009

Domingo, bloody (mary) domingo

Dan otra vez la de Jack Nicholson con Diane Keaton, cuando llama mi vieja. Me dice que anoche estuvo ordenando papeles, que se encontró con las cartas que durante años se mandaron con papá. Que hoy no se quiso levantar de la cama hasta la cuatro de la tarde. Claro que no le dije nada.
The naked truth? Me vulnera un poquito que me cuente intimidades. Sí, ya sé que no son tan íntimas si se tiene en cuenta que de adolescente debo haberlas leído media docena de veces, incluso en voz alta para mis amigas. En mi defensa, puedo decir que eran cartas bastante sugestivas...¿Qué otra adolescente desbordada de hormonas hubiera necesitado permiso para leerlas?
Pasé el resto del domingo en plan ameba.

jueves, 9 de julio de 2009

Mañana

Soy la protagonista de una obra de teatro que se llama "Mañana me voy". Esa frase encierra el significado completo de lo que representa para mí la pareja.
"Mañana me voy" quiere decir: igual soy libre, igual soy yo la que decide. Quiere decir: puede que dejemos de querernos; no confíes en mí, ni en nosotros. Quiere decir que, si algo no nos gusta, siempre tenemos la posibilidad de decir basta y aquí no ha pasado nada.
Noche por medio, irremediablemente, repito: "Mañana me voy". Y, noche por medio, vuelvo a elegir quedarme.

martes, 7 de julio de 2009

Padres Jackson

Estaba escuchando a la hijita de Michael Jackson en el funeral más largo y kitsch de la historia después del de Lady Di. Ese que ocurría mientras en un lejano país sudamericano una presidenta cambiaba a la mitad de su gabinete tras estrepitosa derrota electoral. En fin, estaba escuchando a la chiquita que decía: "Desde que nací...él fue el mejor padre que uno se pueda imaginar". Y pienso si no nos equivocamos. Para una nena de diez años, ¿qué padre puede ser mejor que uno que cree que no hay nada tan importante como ir al zoológico para ver un gorila? uno que cree que lo mejor para sus hijos es cerrar una juguetería y comprar todo lo que les guste?
Pienso si no nos equivocamos al querer cumplir ese mandato de transmitir autoridad a nuestros hijos, en no poder estar con ellos sólo porque es lo que más nos divierte en el mundo, sin pensar en la responsabilidad que tenemos para con ellos, bla bla bla...
Imagino el título de una nota de tendencia que podría dar la sección Style del New York Times de aquí a un año: "El club de los padres jackson. Perfil de un nuevo grupo social que prioriza la diversión en la educación de sus hijos". Nada que ver con el reverendo.

jueves, 2 de julio de 2009

El año en que dejamos de besarnos

Menos mal que Roberto Galán no vivió para verlo. No lo imagino llamando al público a "besarse menos" mientras sus bailarinas le acercaban el canario al ganador. Tampoco hubiera sido lo mismo su Yo me quiero casar... de no haber podido pedir el besito final para sellar la elección del cuentapropista de Aldo Bonzi y la señora con casa propia en San Miguel, antes de entregarles el vale por una cena en Alberdi y Carabobo. En fin, menos mal.

En Demolition Man, Stallone era un policía del pasado a quien liberaban de su crioprisión para combatir a un delincuente tan retro con él (un platinado Wesley Snipes) en una ciudad del futuro donde sólo estaba permitido escuchar jingles, la comida chatarra era un placer clandestino que sólo se conseguía bajo tierra y el intercambio de fluidos había sido prohibido. Sí, confieso, ví esa película más de una decena de veces. Pero nunca pensé que Buenos Aires con gripe A se podía parecer tanto a esa ciudad que me causaba sólo risa. Este invierno no nos besaremos tan seguido. Y quizá ese hábito -bueno, ¿cómo saberlo?- nos quede tan grabado como el de lavarnos las manos más seguido y dejar de compartir el mate.

* * *

El otro día en la mesa en la que voté vi una señora que se tapaba la boca con una gasa atada en la nuca. Tenía en la mano una bolsa de maní pehuamar y se los iba metiendo de a uno por un agugerito que estiraba a dedo en su precario barbijo.