La certeza de que la felicidad, si existe, es un puntito pequeño en el pasado. Quizá aquel mismo punto en el que convergían todos los puntos, quizá áquel Aleph. Como sea, ya no es una posibilidad.
Como sea, te equivocaste. Donde tenías que doblar a la izquierda, lo hiciste a la derecha y ahora tu vida está en otro lugar, esa otra vida feliz ahora es de otro. De un otro más sabio o más libre, seguramente ambas.
Como sea, ya no es tu vida. Ni siquiera sabés cómo era. No sabés quién eras. Perdiste hasta eso.