jueves, 2 de julio de 2009

El año en que dejamos de besarnos

Menos mal que Roberto Galán no vivió para verlo. No lo imagino llamando al público a "besarse menos" mientras sus bailarinas le acercaban el canario al ganador. Tampoco hubiera sido lo mismo su Yo me quiero casar... de no haber podido pedir el besito final para sellar la elección del cuentapropista de Aldo Bonzi y la señora con casa propia en San Miguel, antes de entregarles el vale por una cena en Alberdi y Carabobo. En fin, menos mal.

En Demolition Man, Stallone era un policía del pasado a quien liberaban de su crioprisión para combatir a un delincuente tan retro con él (un platinado Wesley Snipes) en una ciudad del futuro donde sólo estaba permitido escuchar jingles, la comida chatarra era un placer clandestino que sólo se conseguía bajo tierra y el intercambio de fluidos había sido prohibido. Sí, confieso, ví esa película más de una decena de veces. Pero nunca pensé que Buenos Aires con gripe A se podía parecer tanto a esa ciudad que me causaba sólo risa. Este invierno no nos besaremos tan seguido. Y quizá ese hábito -bueno, ¿cómo saberlo?- nos quede tan grabado como el de lavarnos las manos más seguido y dejar de compartir el mate.

* * *

El otro día en la mesa en la que voté vi una señora que se tapaba la boca con una gasa atada en la nuca. Tenía en la mano una bolsa de maní pehuamar y se los iba metiendo de a uno por un agugerito que estiraba a dedo en su precario barbijo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estaremos ante el "primer año del resto de nuestras vidas"?

Anónimo dijo...

No sé, para mí que están pasando cosas raras: en el mismo año se mueren todos estos tipos, las pandemias azota al mundo...yo soy más bien apocalíptico