martes, 3 de febrero de 2009

De regreso, Mir...inda

Lo que me traje de Punta del Diablo:
1. Un hijo de cinco años fanático de La Vela Puerca (ojo, al pibe ya lo tenía, lo nuevo es su fascinación por el rock charrúa)
2. Un moretón considerable en la pierna izquierda (mi pie-rna izquierda), herida de sandboard.
3. Una advertencia del bañero, después de una desigual lucha contra una tabla de surf: "No vuelvas a entrar con eso al mar, porque es evidente que no lo dominás" (ouch!).
4. Las tres últimas Gente, llenas de ideas simpáticas para comentar en el block. Y qué? En verano, y en la peluquería, no tiene nada de malo...Y, además, seguro que sino no me enteraba que a pasitos nomás se cocinaba lo que para las revistas ya es "el romance más insólito" de la temporada -y, me atrevería a decir, de la década-, entre Mónica Gonzaga y Rosendo Fraga.
5. Caracoles, varias decenas, que fueron primorosamente amontonados por mi niño en mi mesita de luz ni bien llegamos, porque eran para mí.
6. Fotos felices de mi feliz familia ensamblada.
7. El recuerdo del primer verano endiabladamente tranquilo en mucho, pero mucho tiempo.
8. Arena en la alfombra del auto, en la cartera, en los zapatos.
9. Cinco tandas de ropa para lavar, en modo "muy difícil".
10. La certeza de que (como decía el suicida de "El Odio" mientras caía al vacío) "hasta acá vamos bien". Pero de verdad muy bien. Aunque ni yo pueda creerlo. Aunque me asuste, que es lo que nunca te dicen de la felicidad.


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