Para pautar en el próximo partido de la selección: 1. Animación de Dieguito pateando una pelota de trapo muy sucia con cara de triste 2. Animación de Fabián Gianola ofreciéndole limpiar la pelota con Trenet 3. El Diego y Gianola sonrientes, haciendo jueguito con la pelota limpia 4. En letras celestes y blancas se lee : "La pelota no se mancha. Diego, ahora también estamos con vos"
Me pregunto qué clase de infeliz querría seguir un partido por twitter. Puede que sea un comentario tan ignorante como femenino. Pero, la verdat, yo prefería a los tipos que miraban el partido en el bar tomándose un birrín. Igual que sigo prefiriendo a los que todavía se juntan a jugar con los amigos en una canchita antes que a los goleadores de playstation. Aunque, es cierto, el universo masculino da para todo, y, a veces, todos son uno.
En relación con mi último post, sólo me resta decir: "La pelota no se mancha". Debo hablar con la gente de Trenet porque es obvio que acá hay otra idea.
Se me acaba de ocurrir una publicidad medio erótica para Trenet. Cuando tengo estas ideas en medio de la noche me dan ganas de averiguar quién está a cargo de la compañía, de ubicarlo y llevarle mis propuestas. Me da como un delirio de Pinky y Cerebro. Como que yo sí puedo, o al menos podría, dominar el mundo, que sí podría paralizar la tierra mientras hago mi jueguito ceteris paribus. En la facultad algunos pronunciaban "queteris" y otros "sseteris". Yo al principio creía que era más correcto (y en ese ámbito es ciertamente importante adoptar el modo más correcto) imitar a los primeros, pero después empecé a pensar que era un poco snob. Aunque claro que todos en el fondo queremos ser algo snobs, porque pertenecer a una elite no deja de tener su importancia. A una elite de cualquier cosa, hasta de servilletas, pero pertenecer. Todo eso sería como la escenografía de la publicidad. O mejor, el mensaje subliminal. Para mí va a ser un golazo. Tengo que hablar con los tipos de Trenet...
En mi niñez castrense, los 25 de mayo y los 9 de julio desayunábamos con churros y chocolate caliente. Aún de grandes, a mi padre (que quizá tenía algo de Captain von Trapp) le gustaba llamarnos temprano y decirnos a voz en cuello: "En el día de la patria, buen día". Anteayer me llamó un viejo amigo de papá, uno de los que hasta último momento se sentaba a su lado y le contaba historias. Compartían la pasión por los caballos. Debe ser bien duro ver morir a un amigo. En fin, por entonces yo estaba demasiado concentrada en mi dolor, y la verdat es que ahora prefiero no pensarlo demasiado. Le pregunté si sabía que mi hermano había tenido otro hijo y estaba trabajando en el Sur. "Ustedes dos, desde que se murió tu viejo han hecho un quilombo bárbaro. Cambiaron de vida por completo", me dijo riendo. Me reí con él y no le dije, pero, en eso, creo que hay algo de herencia, algo de enseñanza. Papá también tuvo muchas vidas, también se atrevió a dar volantazos aunque eso significara tener que empezar de nuevo. Fue justamente uno de esos volantazos el que lo llevó a la Patagonia, donde fue tan feliz.
Hoy en casa hubo chocolate con medialunas porque enfrente no venden churros y porque además, salvo que sean de Manolo, preferimos las medialunas. Después hicimos empanadas y nos tomamos unos vinos. Brindamos, como siempre, a su salud.
Cuando tenía 4 años mi mamá me regaló una tijera de plástico de esas que tenían un lado de cada color y el filo pegado detrás del borde para no lastimar. La mía era naranja y blanca. Es como si pudiera verla en el quiosco de la esquina del colegio, como si volviera a sentir el orgullo de tener mi primera tijerita propia. A la tarde jugué con mis muñecas a la peluquería. Y cuando se me acabó el pelo de las rubias la emprendí con el mío. La señora que me cuidaba me preguntó varias veces: "Mirinda, ¿qué estás haciendo?".
Parece que yo simplemente le contestaba: "Recortando". En la peluquería de verdad, la de las japonesas de enfrente, se decidieron a raparme tipo varón. Durante un año fui por la calle teniendo que aclararle a la gente: "Soy nena. ¿No ve que tengo aritos?"
Denoche se pronuncia Denosh, como Juliette. Mirinda, como suena. A veces la gente se equivoca y me dice Miranda(!), como Carmen. A veces sólo se equivoca. Yo también, a veces. Como cuando era chica y explicaba: "Mirinda con "i", como la gaseosa". Para qué...