viernes, 5 de septiembre de 2008

Mirinda de rojo

Dress code: black & red, decía la invitación. Me visto de negro, con una faja colorada. Impecable, decretan las Miranda Priestlies de turno. La cita es en un hotel de lujo. Sirven champagne y bocaditos de surrealismo, en un ambiente con flores y luces de neon donde las mujeres se besan en el aire, sin rozarse las mejillas, y no dejan de sonreir. Hablamos de temas leves y elogiamos la presentación. Me voy. Después, para hacer tiempo, me meto en un cine. Dan una argentina cursi y simplona. Hay tres parejas. Y yo, de negro y rojo y, encima, con un bouquet de rosas atado a la muñeca, glamoroso souvenir del evento. Los demás deben creer que espero a una blind date sacada del chat. Me río sola, bastante más de mí que de la película.

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