lunes, 7 de abril de 2014

Paralítica

La patada que se dan los chiquitos en el colegio, la que los deja en el piso y en un grito. Esa misma pero en el centro del estómago. Así es el miedo. Miedo de no poder. Miedo de poder. Miedo de un todo difuso y por lo mismo más aterrador. Miedo. Y frío. Y dolor punzante. Y los ojos fijos y la cabeza llena de ruido y tan vacía. La cabeza como caja de resonancia. Y en lugar de pensamientos, sólo el eco. 
No, no es casual que digan que el miedo paraliza. No es casual, porque el miedo es una paralítica bien dada, en el patio del colegio y a todo dolor.

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