Types Of Herons
Hace 1 año
Como dije, me gusta la cocina. Como lugar, como acción. Hay una parte de instinto, otra de costumbre, otra _no menos importante_ de aprendizaje. Se parece un poco al sexo, es cierto, y ya sé que no soy la primera en asociarlo. "La comida es la madre", dice mi terapeuta, sin ser necesariamente freudiano.
Ahora parece que lo que nos va a matar son los chanchos. Cansados de tanto azote y tanto bravucón con aires de San Martín (que a cada porcino le llega el suyo), decidieron chillar de una vez por todas. No será una fabula orwelliana, pero tampoco queda tan lejos esta granja donde los primeros en rebelarse fueron los pollos, con sus cerebros pequeñitos y todo.
El verdadero plato fuerte: hoy, en la mesa de al lado se sentó Cecilia Bolocco. En una de más allá, sus custodios. Ahora pienso que puede ser que la dueña sea ella, porque el café lo tomó de dorapa en la barra, estuvo hablando largo rato con un señor de otra mesa y se mostró muy amable con todos los comensales, hasta alzó su vaso -porque en los lugares como este no se usan copas- para brindar con un viejo que estaba en otra mesa. Me estiré para ver que había comido. En su lugar había una de esas cazuelitas en las que se sirve locro. Con lechuguitas y limón. Al final, la chilena no fingía cuando se envolvía en la bandera cual Evita menemista: ama a nuestro país, le gusta el locro en colchón de hojas verdes, la entrañita con limón...capaz que hasta pasa una tarde y se ceba unos buenos verdolagas, o hace topless junto al horno de barro.
Y está bien, ojo, esta bien. Pero no, el tema de la semana, para mí, son los huevos. No sólo los Kinder, sino "los huevos de huevito", como dice mi hijo. En charla intergeneracional de mujeres una de mis amigas habla del tamaño de las pelotas de los viejos. Dice que les llegan a la rodilla, que se las patean, que su padre le confió que detestaba mirarse al espejo porque no quería tener que ver hasta dónde se le habían caído las bolas. Después despliega su teoría sobre la altura a la que los tipos llevan los pantalones: dice que lo que vuelve menos atractivos a los que se los suben bien por encima de la panza es, precisamente, que los hace ver pelotudos, y, por ende, más viejos.