martes, 7 de octubre de 2008

Intimidad

Obvio. Es mejor que cada uno tenga un lugar de intimidad. Un man's land donde pastar a gusto sin el otro. Por mucho que nos guste su compañía. Una vez leí una frase de la rusa Nina Berveroba que decía que sentía pena por esa gente "que no tiene su man's land fuera del cuarto de baño". Tan certera.
Ahora bien, una cosa es mi woman's land y otra bien distinta es la suya. Y, en todo caso, ¿por qué debería estar asociada a su correo electrónico? ¿No puede poner su intimidad en otra parte? Dejarla, por ejemplo, en su mesita de luz, en su lado del botiquín? Porque tampoco es cuestión de confundir intimidad con infidelidad, y una, que no es tonta, ya sabe de romances virtuales florecidos entre mails tan urgentes como subidos de tono. No, no, chiquito. A mí me da su clave y se acabó. Que para enclaves de intimidad ya está su cajoncito del escritorio. Su man's land, que bastante tierra tiene, después de todo.

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