
Ahí estás otra vez con los mocos de bufanda, decía mi papá. Algo queda de invierno, asi que tampoco es cuestión de despreciar un abrigo tan noble. Ayer me dió un patatús en el trabajo. Ante el mobbing habitual, en lugar de refugiarme en mi estudiada glam irony, rompí a llorar cual magdalena. Porque, dios me conserve el don, lo que tengo de llorona, lo tengo de casquivana.
Después, sacando cuentas -que siempre me cuestan bastante, sobretodo aquellas para las que se precisan más de diez dedos- caí en la idem que se cumplía un año y medio.
Soy depressssssión. Qué lindo reencontrarme con mi vieja e incondicional amiga. La depresión nunca muere...¡vivaaa!
1 comentario:
querida amiga...afortunadamente el talento te acompaña y nunca muere.
Pero permitime creer en la Inmortalidad del cangrejo!
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