Me harté de los blogs, de los bloggers, de los sites, de la web, de las páginas, de las vidas virtuales. Me harté de la información desconfiable en tiempo real, de las ventanas abiertas, de tener que escribir la risa, jjajajaja. Me harté del album de fotos, de feizbuc, de tuiter, del qué-estás-pensando-ahora, de los seguidores. Hoy la resistencia es elegir desconectarse; la matrix no necesita de tipos con cables en la cabeza o microchips en la oreja: sus canales son mucho menos visibles. Así de sutil es el poder.
En fin, digo que me harté y quiero decir que resistiré. Volveré a escribir sueltitos en papel de servilleta, sentada en un bar con un pucho y un café. Los últimos románticos han renunciado a estar en red; parece que eso es hoy vivir afuera del sistema.
